miércoles, 14 de enero de 2009

Martir


La luna era un disco brillante, desplazándose en línea recta a través de las nubes de la noche, a la deriva. El jabón chorreaba de mi cabeza, enroscándose por mis piernas como una serpiente en una lámpara de Dunand. Salí de la ducha y camine por la terraza, la ciudad estaba vacía, cuatro personas volcaban cubetas en el camino a la Defensa; lo hacian una y otra vez en la boca de bronce. El agua negra corría por el empedrado y les teñía las manos. Uno de ellos hacia muecas y de vez en vez le gritaba a la niña que tenia alado, o se gritaba a si mismo. Luego siguieron su camino, todos doblados de cansancio, para perderse en una cortada junto a la tintorería.

Primera versión de algo

Estoy siempre contento cuando mis prejuicios me explotan en la cara, en este caso con Bolaño, a quien menosprecie y con quien no perdí ocasión de vilipendiar en cuanta discusión literaria tuve al alcance. Pero un día como ayer, haciendo gala de mi poca vanidad, tome el gaucho insufrible y descubrí mi primer enorme error: no era una novela, era una colección de cuentos cortos. Por supuesto había empezado por el que le da titulo al libro, que es probablemente el peor, o el peor cuando lo leí, hace dos años; pero, como afortunadamente mi mente y mis ideas cambian con el tiempo hoy puedo pensar exactamente el opuesto, y no sentir ninguna culpa o deuda con el que fui, que sin dudas es una versión peor de mi a la que no dudaría en matar.

*correccion del 13/03/11 Bolaño,definitavemente, no me parece genial y su obra, en conjunto, no me gusta.